Contabilidad para nuevas empresas
La contabilidad es el lenguaje de los negocios.
Luis Ariel Rojas
10/30/20244 min read


De los sumerios a la revolución industrial
La contabilidad, esa práctica fundamental que organiza, controla y analiza la economía de negocios y personas, tiene raíces profundas en la historia de la humanidad, desde tiempos muy antiguos, ha sido una herramienta esencial para llevar un registro ordenado de bienes, intercambios y recursos, lo que ha permitido a las sociedades prosperar y evolucionar.
La historia de la contabilidad comienza hace miles de años, en la antigua Mesopotamia, con los sumerios entre el 5.000 y el 3.000 a.C. Esta civilización, pionera en muchas áreas del conocimiento, utilizaba tablillas de arcilla y símbolos simples para registrar transacciones comerciales, tributos y almacenes de bienes, estas anotaciones fueron el primer intento de sistematizar y organizar la información financiera de una comunidad, sentando así las bases de lo que más adelante conoceríamos como contabilidad.
Más adelante, los egipcios y babilonios también desarrollaron formas de registro, que se volvieron más complejas a medida que las sociedades crecían y se hacían más sofisticadas, los fenicios, expertos comerciantes, llevaron estas prácticas a nuevas tierras, expandiendo sus beneficios.
En la época romana, la contabilidad se convirtió en una herramienta clave para la administración del imperio. Los romanos anotaban ingresos, gastos y tesoros públicos con gran precisión, empleando sistemas y documentos más avanzados, incluso en la Edad Media, a pesar de la lentitud en los avances económicos, se continuaron desarrollando métodos de contabilidad rudimentarios en los monasterios y cortes reales para gestionar sus propiedades.
A su vez, en la América precolombina diversas civilizaciones desarrollaron formas propias de registro contable, los incas, por ejemplo, utilizaron un sistema de cuerdas anudadas llamado Quipu, que les permitía registrar y organizar información relacionada con el comercio, tributos y censos, cada nudo y su ubicación en las cuerdas representaban cantidades o conceptos específicos, facilitando el control de recursos y la administración de vastas áreas del imperio. En Mesoamérica, culturas como los mayas y los aztecas usaban códices y otros registros pictográficos para documentar tributos y comercio. Estos métodos, aunque diferentes a la contabilidad de otras partes del mundo, cumplieron un papel fundamental en la organización y desarrollo de las sociedades precolombinas, permitiéndoles gestionar de forma eficiente sus recursos económicos y sociales.
El gran salto en la contabilidad moderna ocurrió durante el Renacimiento, cuando el matemático italiano Luca Pacioli, en 1494, revolucionó esta disciplina al publicar el “Summa de arithmetica, geometria, proportioni et proportionalità”, en el cual presentó el sistema de “partida doble”, lo que permitía reflejar de manera precisa la situación financiera de cualquier actividad económica. Este método que hoy se emplea en todo el mundo, no solo aumentó la precisión de los registros, sino que hizo posible gestionar y planificar recursos de manera más efectiva, impulsando el crecimiento de negocios cada vez más complejos.
Con la llegada de la Revolución Industrial, la contabilidad experimentó una transformación significativa para responder a las crecientes necesidades de las empresas, la producción en masa y el crecimiento de las grandes fábricas y corporaciones exigieron sistemas contables mucho más sofisticados para gestionar inventarios, costos de producción y flujos de efectivo, además, el surgimiento de los mercados bursátiles y las nuevas estructuras societarias impulsó la necesidad de mayor transparencia y precisión en los informes financieros, dando pie a los primeros principios de contabilidad regulada, la contabilidad, entonces, se consolidó como un elemento clave para la confianza de los inversores y el desarrollo económico.
La contabilidad en el mundo actual
Hoy en día, la contabilidad ha avanzado enormemente gracias a las herramientas digitales y a la tecnología, la gestión de la información es mucho más ágil y precisa, y permite a las empresas manejar grandes volúmenes de datos en tiempo real, pero, a pesar de estas innovaciones, los principios básicos de la contabilidad permanecen igual de relevantes, para cualquier empresa, la contabilidad es esencial para coordinar los recursos, mantener la confianza de los inversores, cumplir con normativas legales y fiscales y anticipar problemas financieros.
Sin embargo, los pequeños comerciantes y emprendedores suelen pensar en la contabilidad como algo que solo necesita una gran empresa, pero nada más lejos de la realidad, los beneficios de un sistema de contabilidad en una empresa familiar o una Pyme, pueden exceder su costo, al facilitar la toma de decisiones que mejoren su rentabilidad o liquidez, adecuada gestión del crédito, optimizar costos de financiación y puede generar otras ventajas competitivas.
La contabilidad como herramienta de análisis ayuda a responder preguntas cruciales como por ejemplo, ¿Estoy ganando más de lo que gasto? ¿Cuáles son mis productos más rentables? ¿Tengo el proveedor adecuado? Sin este tipo de información, es fácil tomar decisiones poco acertada o pasar por alto otras alternativas más rentables, además con una contabilidad ordenada es posible llevar una buena relación con las autoridades fiscales y evitar posibles sanciones.
Así que aquello que comenzó hace miles de años con anotaciones en tablillas de barro o nudos en una cuerda, evolucionó y es una herramienta esencial en el mundo actual, nos permite conocer, organizar y planificar nuestras finanzas, y eso es algo que puede marcar la diferencia entre un negocio que crece o uno que apenas se mantiene.